9/11/15

Previa de la Behobia-San Sebastián 2015

La Behobia-San Sebastián era el principal objetivo de la segunda parte de 2015. Me las prometía muy feliz al haber hecho una tirada larga de 18 kilómetros con los últimos tres siempre picando para arriba y todo ello a un muy buen ritmo. Peeeeero...

Llegamos a las Vascongadas (como diría Dani Rovira) mi chica y yo el viernes, concretamente a Vitoria, para un poco de turisteo y degustar una suculenta cena en Erdizka Taberna regada con el zurito correspondiente.

Típica foto en Vitoria.


El sábado por la mañana rumbo a Guipúzcoa, donde nos alojaríamos en Tolosa. Ya que en San Sebastián, alrededores o Irún había sido imposible encontrar un alojamiento.
Todo iba muy bien, hasta que el GPS se volvió muy loco e hizo que entráramos en todo el casco antiguo, donde la gente estaba saliendo de una boda. Algo muy cómico. Nada más llegar a Tolosa, contemplamos que la gente llevaba pantalón corto y manga corta. Pensamos que los vascos son así, pero nada más bajar del coche comprobamos que hacía calorcete, después de la semana que había pasado en Salamanca, con alguna mañana de niebla y ligera lluvia. Dejamos las mochilas y al tren. Siempre con una botellita de agua.

Sobre las dos llegamos a Donosti para acudir a la feria del corredor previo paso a comer en uno de los múltiples bares que hay. Por la mañana hice una corta batida y me decanté por tres, resultando que uno de ellos estaba a escasos diez minutos de la estación de tren. Llamado El Rincón. En seguida nos hicimos fuertes en la barra y a base de pintxos comimos.
Para bajar la comida, qué mejor que un paseíto por el Paseo de la Concha, donde había gente tomando el sol, incluso dándose un baño, nos acercamos al Peine de los Vientos, que era una de las cosas que mi novia quería ver, y cuál fue nuestra sorpresa que estaba cerrado. Así que ella me dijo que el año que viene tenía que volver a correr la BSS para poder volver y así fotografiar la escultura de Chillida. Y además que una carrera en el País Vasco sin lluvia no es lo mismo.

Playa de la Concha en un día más que primaveral.


Autobús con dirección a Anoeta, donde recoger el dorsal. Muchísimos niños que acababan de terminar la carrera de los peques. Entramos en el estadio de la Real Sociedad y sin colas ni pérdida de tiempo recojo el dorsal. Nos indican que la bolsa del corredor se recoge en la feria, situada en el velódromo. Sin problemas para entrar, no como en la Rock and Roll que estuvimos en la fila dos horas. Así que allí vamos a recoger el resto y dar una vuelta por la feria, donde pude hacerme una foto con Martín Fiz.
Después de fisgonear por cada stand. Fuimos a dejar la mochila al camión del guardarropa.

Posando alegremente antes de entrar en la Feria del Corredor

Un pequeño paseo para volver al centro y comernos unos minicroissants de mantequilla recién hechos que casi nos hacen llorar. Qué deliciosos estaban.
Teníamos antojo de Queso Idiazábal, así que encontramos, o más bien, buscamos un supermercado para comprar un poco de queso y llevarlo a casa. A la vez aprovechamos para comprar lotería, de por si acaso.

Vuelta a la estación y a Tolosa donde nos esperaba una cena cargada de hidratos. Temprano a la cama y a descansar.

No nos teníamos que levantar excesívamente pronto, pero mi reloj biológico, unido a los nervios, hizo que madrugara un poco más.
Una vez puestos en marcha, nos acercamos al tren, que llegó atestado. Éramos sardinas enlatadas. Cuando el tren hizo parada en Donosti una familia se bajó y ocupamos sus asientos. Aprovecho para intercambiar carreras y experiencias con otro corredor llegado desde Albacete y con una señora muy simpática.

Llegamos por fin a Irún. Nos despedimos todos. Despido a mi chica con un beso, que se quedará para ver mi paso por Irún para luego coger el tren y volver a Donosti. Allí quedó con la mujer y las hijas de mi compañero y amigo de tiradas largas y series de jarras de cerveza en la terraza de un bar.

Él ya me estaba esperando en la salida, pues su mujer tenía familia en Irún y allí se alojaba. Monto en el autobús lanzadera, no en la lanzadera del parque de atracciones, que nos transporta a la salida.
Al bajar busco un baño portátil para evacuar todo el líquido extra. Y aquí me dispongo a encontrar a mi compañero que me esperaba en la gasolinera.

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